quinta-feira, 8 de março de 2012

Está en tus manos... practicar la escucha activa

Escuchar activa y empáticamente significa pensar y actuar de manera que conectes con tu interlocutor/a y que éste se sienta comprendido. Aunque este tipo de escucha a menudo ocurre de forma natural, cuando estamos muy interesados en lo que nos dice, también podemos escoger escuchar activamente siempre que lo deseemosEscuchar es una destreza que puede ser aprendida.


Hablo porque conozco mis necesidades, dudo porque no conozco las tuyas. Mis palabras vienen de mi experiencia de vida. Tu entendimiento viene de la tuya. Por eso, lo que yo digo, y lo que tu oyes, puede no ser lo mismo. Por lo que si tu escuchas cuidadosamente, no sólo con tus oídos, sino también con tus ojos y tu corazón, puede ser que logremos comunicarnos. Herbert G. Lingren 

Cuando uno no se siente escuchado la comunicación fracasa. Algunos enemigos de la comunicación son: interrumpir y cortar a tu interlocutor en medio de la conversación; pensar que ya sabes lo que va a decirte antes de que lo haga; pensar en lo que vas a decir tú a continuación; querer tener la razón en lugar de tratar de comprender; cambiar constantemente de tema; prejuzgar; etiquetar…

Estos comportamientos proyectan mensajes negativos del tipo: "No me interesa lo que tienes que decir”, “No valoro tu opinión”; “Lo que yo tengo que decir es más importante”, "A ver si acaba, tengo prisa..."; "Qué aburrimiento..." –entre otros.

Escuchar activa y empáticamente significa pensar y actuar de manera que conectes con tu interlocutor/a y que éste se sienta comprendido. Aunque este tipo de escucha a menudo ocurre de forma natural, cuando estamos muy interesados en lo que nos dice, también podemos escoger escuchar activamente siempre que lo deseemos. Escuchar es una destreza que puede ser aprendida.

A continuación recogemos algunos pasos sencillos para mejorar tu escucha y mantenerte en el nivel 1.

1. Dejar de hablar. La mayoría de nosotros, dependiendo de la situación, podemos hacer más de una cosa a la vez. Sin embargo, no podemos escuchar mientras estamos hablando. Si tienes la tendencia a monopolizar la conversación, difícilmente escucharás; especialmente si estás preparándote para lo que vas decir a continuación. No temas los silencios, respétalos.

2. Prestar atención. Escuchar activamente significa estar presente, con los cinco sentidos, concentrada en lo que dice tu interlocutor. Para ello es preciso dejar de hacer otras cosas y liberar la mente de asuntos pendientes… y de cualquier idea preconcebida sobre quién te habla o sobre lo que piensas que va a decirte. Los prejuicios y las presuposiciones no son buenos compañeros de viaje.

3. Identificar las emociones. En una conversación pueden aflorar emociones en relación con nuestro interlocutor o con los contenidos que nos está transmitiendo. El estado emocional puede ser una de las principales interferencias en la escucha. Por eso es necesario identificar nuestras emociones. ¿Cómo me siento? ¿Estoy inquieta, ansiosa, dolida, temerosa…? Tomar conciencia de estas emociones y del filtro que representan te ayudará a liberar energía para enfocarla en la escucha, y no en ti.

4. No interrumpir o acabar las frases. La paciencia es fundamental en la escucha: deja que tu interlocutor se tome el tiempo que necesita para comunicar sus ideas. A menudo tenemos urgencia por terminar y practicamos la escucha selectiva: oímos sólo las partes de la comunicación que nos interesan. A veces es nuestro protagonismo el que no tolera que el otro lleve la voz cantante.

5. Fijarse en la comunicación no verbal. Es importante escuchar lo que se dice, pero también entender lo que no se dice. Los gestos, las expresiones faciales, el tono de voz, el volumen y los silencios hablan por nosotros. Si nuestro lenguaje corporal comunica que no estamos interesados, que estamos aburridos o que tenemos prisa, nuestro interlocutor se dará cuenta.

6. Dar feedback. Las personas que escuchan activamente utilizan gestos y expresiones para comunicar que verdaderamente están escuchando; y hacen preguntas para invitar a su interlocutor a que continúe hablando y para clarificar cualquier aspecto que se preste a confusión. Otras formas de demostrar que estás escuchando son: parafrasear lo que dice y reflejar lo que escuchas.

En resumen, escuchar es todo un arte que se aprende ejercitándolo, detectando las dificultades y los hábitos ineficaces para poder intervenir sobre ellos. Las recompensa a nuestro esfuerzo por mejorar nuestras habilidades de escucha son enormes: evitaremos conflictos, mejorarán nuestras relaciones, seremos mejores comunicadores…y nos escucharán más.

En nuestras manos está decidir en qué nivel de escucha queremos pasar la mayor parte del tiempo.

Maria Pallarés -   Coach Personal
www.mproactiva.com :: Tel. 34 93 5922936 Ripollet (Barcelona)  


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